Javier Ecar
12/01/2009, 16:02
Y ha sido la segunda. Comento este tema para evitar que, en vuestras casas tengais, cualquier día, una huelga de hambre.
Ocurrió hace unos años, cuando Yaki se alimentaba del mejor pienso que me podía recomendar el veterinario (una conocida marca americana, el mas caro del mercado). Al cabo de año y medio se cansó y se negó a comerlo. No era broma. Incluso le daba arcadas y a veces tuvo vómitos. Lo cierto es que aquello olía a harina de pescado. Probé con otros piensos recomendados por profesionales y lo mismo.
Otro veterinario me recomendó un nuevo pienso (con garantías de controles de calidad), distinto de los anteriores y parece ser que acerté. El perro lo comía como si de golosinas se tratara. Así estuvimos otros dos años y…. vuelta a empezar. Ya no le gustaba. Además, Lara, la setter, (que come “piedras”), hizo causa común con su amigo. ¡Hay que J….se! Tuve que intervenir antes de que se afiliaran a un sindicato canino.
Me pregunté si tendría mal el estómago y lo llevé a consulta. Como resultado el perro tenía el digestivo mejor que LOLO (o similar).
Pensando, pensando llegué a la conclusión que si nos dan langosta para comer todos los días acabaríamos aborreciendola.
La solución la he conseguido con las latas de comida para perros. Mezclo una pequeña cantidad de estas con un pienso de calidad y es suficiente para darle el sabor que le gusta. También he encontrado piensos saborizados que se sirven tras echar agua caliente.
El “señor” tiene ahora una dieta variada.
Dentro de poco me pedirá la carta.
Ocurrió hace unos años, cuando Yaki se alimentaba del mejor pienso que me podía recomendar el veterinario (una conocida marca americana, el mas caro del mercado). Al cabo de año y medio se cansó y se negó a comerlo. No era broma. Incluso le daba arcadas y a veces tuvo vómitos. Lo cierto es que aquello olía a harina de pescado. Probé con otros piensos recomendados por profesionales y lo mismo.
Otro veterinario me recomendó un nuevo pienso (con garantías de controles de calidad), distinto de los anteriores y parece ser que acerté. El perro lo comía como si de golosinas se tratara. Así estuvimos otros dos años y…. vuelta a empezar. Ya no le gustaba. Además, Lara, la setter, (que come “piedras”), hizo causa común con su amigo. ¡Hay que J….se! Tuve que intervenir antes de que se afiliaran a un sindicato canino.
Me pregunté si tendría mal el estómago y lo llevé a consulta. Como resultado el perro tenía el digestivo mejor que LOLO (o similar).
Pensando, pensando llegué a la conclusión que si nos dan langosta para comer todos los días acabaríamos aborreciendola.
La solución la he conseguido con las latas de comida para perros. Mezclo una pequeña cantidad de estas con un pienso de calidad y es suficiente para darle el sabor que le gusta. También he encontrado piensos saborizados que se sirven tras echar agua caliente.
El “señor” tiene ahora una dieta variada.
Dentro de poco me pedirá la carta.