Llegaste a nuestra vida suave, dulcemente, como siempre has sido, y poco a poco empezaste a ocupar todos nuestros espacios. No sabías jugar.Tu mirada era triste y pensamos todos que eras una perra triste. Pero no lo podíamos tener todo: tranquila, cariñosa, obediente, y además, alegre. Pero poco a poco recuperaste tu alegría. Todas las mañanas eran una fiesta. ¿quién nos va a morder los pies ahora? ¿Quién va a rascar la puerta de David pidiendo entrar? ¿Quién se va echar en una esquina de su cama?
Y poco a poco, no solo fuiste ocupando espacios de la casa hasta llegar a todos, sino que ocupaste nuestros corazones. Como escribió ayer Angel, nunca nada tan pequeño ha ocupado tanto espacio y yo añado, y deja tan enorme y abismal vacio. Tan solo 8 kilos, pero todo bondad, todo cariño hacia todos. ¿Quién se va a sentar entre nosotros por las noches a lamernos? ¿Quién se tumbará encima de mi mientras coso o leo? ¿Quién se meterá entre las piernas de Angel cuando se afeita o se agacha haciendo alguna de sus chapucillas?
Ahora que nuestros hijos nos abandonan y no quieren venir con nosotros ¿Quién lo hará si no lo haces tú? ¿quién correrá por las praderas verdes, por las aquellas inmensas playas de las Lotfoten, o de Galicia o de Irlanda? Todavía te veo, con los ojos cantarines, las orejas listas corriendo y regateando, uniendo las distancias que te separaban de nuestro lado por nuestro lento paseo o la que nos separaban de nuestros hijos cuando caminábamos y ellos, jóvenes, iban siempre por delante de nosotros. Te veo sentada delante del cristal de jardín, mirando, oigo tus pasos por la escalera. Te veo en la autocaravana, tumbada en la zona de cocina observandonos hasta que nos dormiamos para luego irte a “tu sitio”, en el asiento del coopiloto. Ahora ya podemos dejar las zapatillas en cualquier sitio, porque cuando regresemos, seguirán allí. Nadie las habrá cogido juguetona y se las habrá llevado a algún rincón para abandonarlas después. Ahora no te oiremos bajar corriendo las escaleras para recibirnos al llegar a casa, contenta, feliz. Nadie “cantará” a nuestro lado pidiendo un poco de nuestra comida. Podremos olvidar la basura, o dejar su puerta abierta, porque nadie la revolverá.
Has sido un fiel amiga, una compañera de viajes perfecta, has corrido por las bosques eslovenos y las gargantas austriacas, por los confines de la tierra, allí junto al mar de Barents, hasta las playas irlandesas, soportado el calor croata o la soledad matutina de nuestras “esquiadas” pirenaicas. Nunca te has quejado de nada, todo te ha venido bien y solo has pedido cariño. Hemos compartido contigo todos, y cada uno de los días de nuestra vida durante los últimos 4 años. Hemos dormido todos juntos, comido ,cenado , paseado, reido, corrido, llorado y disfrutado. Hemos compartido contigo tantas cosas…..
Creemos que has sido muy feliz, y nosotros más.
Mara, que terrible soledad nos dejas, que vacío tan abismal, que gran dolor, que desconsuelo tan atroz que no conseguimos mitigar ni compartiendolo entre cuatro, como te compartimos a ti. Pero aunque solo eras una, y pequeña, siempre estabas para todos
Si existe un lugar al que vayan las personas buenas, tiene que haber otro para los perros.
Mara, cuando llegue mi hora y me toque cruzar, espero verte allí, esperandome ansiosa como cuando llegaba a casa, y que estés a mi lado, como lo has hecho durante los últimos 4 años de mi vida.
Conocerte ha sido un acierto, vivir contigo todo un lujo. Hemos recibido mucho más de lo que tu nos has dado.
Te has ido, como has sido siempre tu: discreta, silenciosa, dulce, suave. Casi ni nos hemos enterado, y aun grito en mi interior que quiero que vuelvas a casa, y fugazmente pienso que así será. Pero no volveras nunca y te has llevado nuestra alegría. Nos enseñaste a vivir, a disfrutar más de todo lo que nos rodea, a querernos todos un poco más.
Mi pequeña, mi “bicho peluo” mi niña….Allí donde estés, sé tan feliz como nos ha hecho a nosotros.
Y poco a poco, no solo fuiste ocupando espacios de la casa hasta llegar a todos, sino que ocupaste nuestros corazones. Como escribió ayer Angel, nunca nada tan pequeño ha ocupado tanto espacio y yo añado, y deja tan enorme y abismal vacio. Tan solo 8 kilos, pero todo bondad, todo cariño hacia todos. ¿Quién se va a sentar entre nosotros por las noches a lamernos? ¿Quién se tumbará encima de mi mientras coso o leo? ¿Quién se meterá entre las piernas de Angel cuando se afeita o se agacha haciendo alguna de sus chapucillas?
Ahora que nuestros hijos nos abandonan y no quieren venir con nosotros ¿Quién lo hará si no lo haces tú? ¿quién correrá por las praderas verdes, por las aquellas inmensas playas de las Lotfoten, o de Galicia o de Irlanda? Todavía te veo, con los ojos cantarines, las orejas listas corriendo y regateando, uniendo las distancias que te separaban de nuestro lado por nuestro lento paseo o la que nos separaban de nuestros hijos cuando caminábamos y ellos, jóvenes, iban siempre por delante de nosotros. Te veo sentada delante del cristal de jardín, mirando, oigo tus pasos por la escalera. Te veo en la autocaravana, tumbada en la zona de cocina observandonos hasta que nos dormiamos para luego irte a “tu sitio”, en el asiento del coopiloto. Ahora ya podemos dejar las zapatillas en cualquier sitio, porque cuando regresemos, seguirán allí. Nadie las habrá cogido juguetona y se las habrá llevado a algún rincón para abandonarlas después. Ahora no te oiremos bajar corriendo las escaleras para recibirnos al llegar a casa, contenta, feliz. Nadie “cantará” a nuestro lado pidiendo un poco de nuestra comida. Podremos olvidar la basura, o dejar su puerta abierta, porque nadie la revolverá.
Has sido un fiel amiga, una compañera de viajes perfecta, has corrido por las bosques eslovenos y las gargantas austriacas, por los confines de la tierra, allí junto al mar de Barents, hasta las playas irlandesas, soportado el calor croata o la soledad matutina de nuestras “esquiadas” pirenaicas. Nunca te has quejado de nada, todo te ha venido bien y solo has pedido cariño. Hemos compartido contigo todos, y cada uno de los días de nuestra vida durante los últimos 4 años. Hemos dormido todos juntos, comido ,cenado , paseado, reido, corrido, llorado y disfrutado. Hemos compartido contigo tantas cosas…..
Creemos que has sido muy feliz, y nosotros más.
Mara, que terrible soledad nos dejas, que vacío tan abismal, que gran dolor, que desconsuelo tan atroz que no conseguimos mitigar ni compartiendolo entre cuatro, como te compartimos a ti. Pero aunque solo eras una, y pequeña, siempre estabas para todos
Si existe un lugar al que vayan las personas buenas, tiene que haber otro para los perros.
Mara, cuando llegue mi hora y me toque cruzar, espero verte allí, esperandome ansiosa como cuando llegaba a casa, y que estés a mi lado, como lo has hecho durante los últimos 4 años de mi vida.
Conocerte ha sido un acierto, vivir contigo todo un lujo. Hemos recibido mucho más de lo que tu nos has dado.
Te has ido, como has sido siempre tu: discreta, silenciosa, dulce, suave. Casi ni nos hemos enterado, y aun grito en mi interior que quiero que vuelvas a casa, y fugazmente pienso que así será. Pero no volveras nunca y te has llevado nuestra alegría. Nos enseñaste a vivir, a disfrutar más de todo lo que nos rodea, a querernos todos un poco más.
Mi pequeña, mi “bicho peluo” mi niña….Allí donde estés, sé tan feliz como nos ha hecho a nosotros.
Comentario