La primera quincena de septiembre de 2013 realizamos un viaje por la zona noroeste de Portugal, sin prisa e intentando disfrutar al máximo.
Iniciamos el viaje desde Riaza para acercamos a conocer la localidad palentina de Ampudia, unos muy buenos soportales, castillo y área de autocaravanas, comimos y seguimos viaje dirección a la capital. Estaba Palencia por esas fechas celebrando su fiestas patronales de San Antolín, pero no tuvimos problemas para aparcar en el área que hay muy cerca del centro (N 42º 0' 20'' / W 4º 32' 6''), junto al Parque Isla Dos Aguas, la verdad es que pensé que por las fechas íbamos a tener marejada pero dormimos tan plácidamente. Incluso desde el propio parking pudimos ver los fuegos artificiales, un lujo vaya.
El día siguiente nos acercamos a visitar la Villa Romana de La Olmeda, espectacular, había ido tres veces y siempre estaba cerrada, compensa y mucho los 5 euros de la entrada, hicimos una visita muy bien guiada y luego una por nuestra cuenta, muy interesante. Nos acercamos a la cercana localidad de Saldaña a comer y lo hicimos bastante bien y a precio moderado en el restaurante La Casa Torcida, desde luego el nombre del restaurante está bien elegido. En Saldaña no doy nunca con el área o bien, lo que es el área se ha convertido en un campamento, por tanto seguimos camino, y nos acercamos a Zamora donde aparcamos y luego dormimos tranquilamente en el Parking de la calle Los Pisones (N 41º 30' 13'' / W 5º 45' 22''). Nos fuimos a cenar unos pinchos morunos, unos pican y otros no, en el bar El Lobo, en la calle San Torcuato y junto a él unas bravas y mejillones en el bar Bambú, unos precios excelentes para unas tapas muy honradas. Como homenaje final nos acercamos a los Caprichos de Meneses en la Plaza de San Miguel, unas tapas muy elaboradas acompañadas de un buen vino servido en botellas mágnum (1,5 litros), excelente relación calidad/precio.
Por la mañana nos decidimos a entrar definitivamente en Portugal, lo hicimos por Fermoselle y después de recorrernos media provincia de Tras os Montes (los incendios han hecho cisco los valles), llegamos a Macedo de Cabaleiros, con un buen área cerca de las piscinas, con punto eurorelais y un coste de 2 euros el agua y 2 euros la luz, el resto gratuito, muy tranquilo y céntrico.
Siguiente etapa: visitar la localidad de Guimarães, aunque habíamos oído hablar muy bien de ella, la realidad la supera, estamos ante una ciudad fantástica, al entrar aparcamos en un aparcamiento gigantesco junto al castillo. Para pernoctar subimos al camping que hay en el Santuario Virgen de la Penha, económico y agradable. Además y, para chulería, se baja a la ciudad en un teleférico (4,40 € i/v) que proporciona unas vistas inmejorables. Comimos como en casi todo Portugal muy bien, unos platos de bacalao de las mil formas que saben ellos hacerlo.
La siguiente parada fue visitar Viana do Castelo, paramos inicialmente en un parking junto a la magnífica playa de Cabedelo y ya, para pasar la noche nos acercamos hasta el mismo centro de la ciudad, en un buen parking de arena junto al puerto deportivo (N 41º 4´40” W 8º 49´07”), muy bien, acompañados de una docena de AC,s. Viana do Castelo es ciudad cómoda y acogedora, con un excelente paseo de tilos y unas calles peatonales muy interesantes. Merece la pena coger el funicular y subir a visitar la Basílica de Santa Luzia, en lo alto del monte del mismo nombre, las vistas espectaculares si se sube uno al cimborrio, que para eso han colocado un ascensor.
Luego nos bajamos a conocer Porto (Oporto), muy desgastado, la realidad es que tiene una muy bella estampa, pero el callejeo deja una mala impresión. Eso sí, comimos muy bien en el puerto con música en directo, la verdad es que se estaba muy agradablemente. Como no me convencieron los sitios que recomendaban para pernoctar me acerqué al área del Parque Biológico de Gaia, a unos 7 km al sur de Porto. El área es una gozada en todos los aspectos, cuesta 12 euros el día pero no suele haber camping con tanta comodidad, limpieza y vigilancia. Además a 200 metros sale el autobús cada hora hasta Porto, te deja justo en el Puente de Don Luis I, una magnífica obra de ingeniería. Al día siguiente visitamos el Parque Biológico, cuesta 6 euros la entrada pero es gratis si estas en el área, por tanto una de las dos cosas sale gratis. La visita es estupenda para conocer los diferentes hábitats portugueses, muy didáctica y ya por la tarde nos acercamos a visitar las bodegas del cais de Vilanova de Gaia, cierto es que tenía muchas expectativas pero se me vinieron abajo, demasiado turista y no me convenció. Lástima, quizás me equivoque de día (domingo por la tarde).
Al día siguiente nos acercamos a visitar la Ermita del Cristo del Mar, estupenda playa y paseo, y luego nos bajamos hasta Espinho, para meternos una caldeirada de raya. Nos acercamos a pernoctar cerca de Sao Jacinto, en una localidad llamada Torreira, muy bien, y eso que acababan de ser las fiestas y estaba un poco desordenado, aunque hay un área, desde ella no se divisa la playa que es inmejorable, kilómetros de área fina y limpia. Decidimos dormir en un aparcamiento en un lateral del pueblo (N 40º 45´26” W8º 42´40”), las dos noches sin problemas y con unas vistas de escándalo. Merece la pena atravesar el pueblo y disfrutar de las hermosas barcas que están en la Ría de Aveiro y también ver como se recogen las redes del mar mediante tractores en la misma arena de la playa. Vaya caldeirada de anguila que nos metimos entre pecho y espalda.
Se nos van acabando los días y entendemos que la visita obligada a la localidad de Aveiro para poner punto final a nuestros días por Portugal, la conocida como Venecia de Portugal, una breve visita que nos dejó ese sabor agridulce de fin de vacaciones, aunque sabiendo que el año próximo retomaremos el viaje desde esta localidad. A la vuelta parada técnica para dormir espléndidamente en Ciudad Rodrigo, y compra del excelente embutido de esas tierras y por la tarde en casa. Tristes y contentos a la vez.
La verdad es que pienso regresar más veces a Portugal hasta que conozca las comarcas que me faltan, el trato que nos dispensan es muy bueno y por poner dos peros, el lio morrocotudo que tienen con las carreteras y el pago con tarjeta, no saben ni ellos como funciona como para que lo entendamos nosotros y, también que no conducen especialmente bien.
(Miguel Angel Saldaña Hernández-mash)
Iniciamos el viaje desde Riaza para acercamos a conocer la localidad palentina de Ampudia, unos muy buenos soportales, castillo y área de autocaravanas, comimos y seguimos viaje dirección a la capital. Estaba Palencia por esas fechas celebrando su fiestas patronales de San Antolín, pero no tuvimos problemas para aparcar en el área que hay muy cerca del centro (N 42º 0' 20'' / W 4º 32' 6''), junto al Parque Isla Dos Aguas, la verdad es que pensé que por las fechas íbamos a tener marejada pero dormimos tan plácidamente. Incluso desde el propio parking pudimos ver los fuegos artificiales, un lujo vaya.
El día siguiente nos acercamos a visitar la Villa Romana de La Olmeda, espectacular, había ido tres veces y siempre estaba cerrada, compensa y mucho los 5 euros de la entrada, hicimos una visita muy bien guiada y luego una por nuestra cuenta, muy interesante. Nos acercamos a la cercana localidad de Saldaña a comer y lo hicimos bastante bien y a precio moderado en el restaurante La Casa Torcida, desde luego el nombre del restaurante está bien elegido. En Saldaña no doy nunca con el área o bien, lo que es el área se ha convertido en un campamento, por tanto seguimos camino, y nos acercamos a Zamora donde aparcamos y luego dormimos tranquilamente en el Parking de la calle Los Pisones (N 41º 30' 13'' / W 5º 45' 22''). Nos fuimos a cenar unos pinchos morunos, unos pican y otros no, en el bar El Lobo, en la calle San Torcuato y junto a él unas bravas y mejillones en el bar Bambú, unos precios excelentes para unas tapas muy honradas. Como homenaje final nos acercamos a los Caprichos de Meneses en la Plaza de San Miguel, unas tapas muy elaboradas acompañadas de un buen vino servido en botellas mágnum (1,5 litros), excelente relación calidad/precio.
Por la mañana nos decidimos a entrar definitivamente en Portugal, lo hicimos por Fermoselle y después de recorrernos media provincia de Tras os Montes (los incendios han hecho cisco los valles), llegamos a Macedo de Cabaleiros, con un buen área cerca de las piscinas, con punto eurorelais y un coste de 2 euros el agua y 2 euros la luz, el resto gratuito, muy tranquilo y céntrico.
Siguiente etapa: visitar la localidad de Guimarães, aunque habíamos oído hablar muy bien de ella, la realidad la supera, estamos ante una ciudad fantástica, al entrar aparcamos en un aparcamiento gigantesco junto al castillo. Para pernoctar subimos al camping que hay en el Santuario Virgen de la Penha, económico y agradable. Además y, para chulería, se baja a la ciudad en un teleférico (4,40 € i/v) que proporciona unas vistas inmejorables. Comimos como en casi todo Portugal muy bien, unos platos de bacalao de las mil formas que saben ellos hacerlo.
La siguiente parada fue visitar Viana do Castelo, paramos inicialmente en un parking junto a la magnífica playa de Cabedelo y ya, para pasar la noche nos acercamos hasta el mismo centro de la ciudad, en un buen parking de arena junto al puerto deportivo (N 41º 4´40” W 8º 49´07”), muy bien, acompañados de una docena de AC,s. Viana do Castelo es ciudad cómoda y acogedora, con un excelente paseo de tilos y unas calles peatonales muy interesantes. Merece la pena coger el funicular y subir a visitar la Basílica de Santa Luzia, en lo alto del monte del mismo nombre, las vistas espectaculares si se sube uno al cimborrio, que para eso han colocado un ascensor.
Luego nos bajamos a conocer Porto (Oporto), muy desgastado, la realidad es que tiene una muy bella estampa, pero el callejeo deja una mala impresión. Eso sí, comimos muy bien en el puerto con música en directo, la verdad es que se estaba muy agradablemente. Como no me convencieron los sitios que recomendaban para pernoctar me acerqué al área del Parque Biológico de Gaia, a unos 7 km al sur de Porto. El área es una gozada en todos los aspectos, cuesta 12 euros el día pero no suele haber camping con tanta comodidad, limpieza y vigilancia. Además a 200 metros sale el autobús cada hora hasta Porto, te deja justo en el Puente de Don Luis I, una magnífica obra de ingeniería. Al día siguiente visitamos el Parque Biológico, cuesta 6 euros la entrada pero es gratis si estas en el área, por tanto una de las dos cosas sale gratis. La visita es estupenda para conocer los diferentes hábitats portugueses, muy didáctica y ya por la tarde nos acercamos a visitar las bodegas del cais de Vilanova de Gaia, cierto es que tenía muchas expectativas pero se me vinieron abajo, demasiado turista y no me convenció. Lástima, quizás me equivoque de día (domingo por la tarde).
Al día siguiente nos acercamos a visitar la Ermita del Cristo del Mar, estupenda playa y paseo, y luego nos bajamos hasta Espinho, para meternos una caldeirada de raya. Nos acercamos a pernoctar cerca de Sao Jacinto, en una localidad llamada Torreira, muy bien, y eso que acababan de ser las fiestas y estaba un poco desordenado, aunque hay un área, desde ella no se divisa la playa que es inmejorable, kilómetros de área fina y limpia. Decidimos dormir en un aparcamiento en un lateral del pueblo (N 40º 45´26” W8º 42´40”), las dos noches sin problemas y con unas vistas de escándalo. Merece la pena atravesar el pueblo y disfrutar de las hermosas barcas que están en la Ría de Aveiro y también ver como se recogen las redes del mar mediante tractores en la misma arena de la playa. Vaya caldeirada de anguila que nos metimos entre pecho y espalda.
Se nos van acabando los días y entendemos que la visita obligada a la localidad de Aveiro para poner punto final a nuestros días por Portugal, la conocida como Venecia de Portugal, una breve visita que nos dejó ese sabor agridulce de fin de vacaciones, aunque sabiendo que el año próximo retomaremos el viaje desde esta localidad. A la vuelta parada técnica para dormir espléndidamente en Ciudad Rodrigo, y compra del excelente embutido de esas tierras y por la tarde en casa. Tristes y contentos a la vez.
La verdad es que pienso regresar más veces a Portugal hasta que conozca las comarcas que me faltan, el trato que nos dispensan es muy bueno y por poner dos peros, el lio morrocotudo que tienen con las carreteras y el pago con tarjeta, no saben ni ellos como funciona como para que lo entendamos nosotros y, también que no conducen especialmente bien.
(Miguel Angel Saldaña Hernández-mash)
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