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Tema: Un gran espectaculo natural

  1. #1
    Usuario Avatar de ilis
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    SANT PERE DE VILAMAJOR(Barcelona)
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    Predeterminado Un gran espectaculo natural

    BASTA YA

    Estaba a punto de terminar el siglo XI cuando el rey Pedro I de Aragón, en un momento de turbación pasional, regaló como dote un territorio oscense a su segunda esposa, doña Berta. Desde entonces y hasta su muerte en 1111, el escarpado rincón permaneció como una propiedad exclusiva de la noble señora.

    Este fue el origen del llamado Reino de los Mayos, una pequeña soberanía en el interior de otro reino, un diminuto Aragón que colocó las piedras de sus castillos y los cimientos de sus pueblos sobre los primeros escalones de los Pirineos. Más o menos, en el mismo sitio por el que el río Gallego, marcha cuesta abajo, alejándose de los grandes montes.

    Aquí, un paisaje de valles verdes viste con traje sastre a un puñado de montes grises que dejan entrever un escote de conglomerados minerales pardos. Eso son los mallos, cuñas rocosas en tiempos lejanos que ahora más parecen enormes yemas de pulgares erosionados.

    A no más de media docena de kilómetros de la orilla izquierda del río aparece el pueblo de Ayerbe, paso inexcusable para entrar en el dominio del Reino de los Mallos. Su alma es suave, y su cuerpo, sencillo y tratable, sin los laberintos de otras villas antiguas.

    Las calles de Ayerbe son largas y casi rectilíneas. Incluso la plaza es prolongada, corrida y rectangular; en realidad son dos plazas contiguas, la Alta y la Baja, encajadas en una misma explanada. El palacio de los marqueses de Ayerbe separa ambas plazas, y un arco abierto bajo la garganta del caserón las comunica. Hace casi sesenta años años, el palacio fue comprado por unos comerciantes que bloquearon con portón y candado el paso entre las dos. Sin embargo, a los habitantes de Ayerbe no les importó gran cosa, porque por la noche derribaban la puerta para que las dos plazas volvieran a tener su paso franco. Así siguió la cosa hasta que, al final, se decidió dejarla permanentemente abierta.

    La plaza Baja, con casas, casonas y palacios que enmarcan pasos y paseos sin pretensiones de larga duración y sí mucho reposo, es la más sosegada de las dos. En ella se alza una torre, alta y respondona con relojes que marcan las largas horas. Sobre una de sus caras hay una inscripción que reza “plaza de Ramón y Cajal, don Santiago”. Así, con aires de orden alfabético, cómo se llama oficialmente, aunque todo el mundo en el pueblo la conozca con el tradicional de Baja.

    Algo tiene que ver Ayerve con Ramón y Cajal. Resulta que aquí vivió el sabio de joven, cuando el futuro histólogo todavía no andaba empeñado en mirarles las interioridades a las neuronas. En busca de su casa hay que dejar la plaza Baja por el lado en cuya esquina está la antigua cárcel, edificio que conserva una bella reja de forja y, continuar luego por calles largas con olor a especias y a gallinero, vías de fachadas blancas que adosan junto a las puertas azulejos sobre los que se escriben los nombres de sus dueños: casa Julieta, casa Manoleta, casa Chicorro, casa de La Reyna…..

    Durante el paseo nos acompañan un puñado de buitres que planean desde las colinas hasta colocarse encima. “Vienen de los Mallos de Riglos (nos informa un hombre). Cuando se acerca la lluvia, el pueblo entero se llena de ellos. ¿Qué si va a llover? Bueno, puede ser, mucho andan revoloteando”.

    En el número 19 de la calle Rafael Gasset está la casa de Ramón y Cajal; pero hoy, de la primitiva construcción sólo se conserva la fachada, y su interior, muy reformado, acoge un museo dedicado al sabio.

    Desde Ayerbe, se alcanza en un suspiro el pueblo de Loarre. Al llegar a la plaza de la villa nos vemos envueltos en un espacio recogido, entre arboledas. Su frondosidad es tan grande, que parece que el anochecer se adelante en la plaza. Cuando de verdad cae la noche, en Loarre surge una conjura de sombras de gatos, aroma de pan cocido y rumor de agua de fuentes. Como la que hay a un lado de la plaza, de la que, bajo una misteriosa inscripción grabada al parecer en una mezcla de latín y hebreo, brota el agua desde el año 1552.

    Así son los mormullos nocturnos de Loarre, solo interrumpidos por los talanes de su campanario. Luego, cuando llega el día, el renace y se llena de calles con fachadas de sillar y puertas de vivos colores.

    No muy lejos del pueblo, pero lo suficiente para que se antoje alzada en medio de la nada, está la descomunal y vieja fortaleza de Loarre, cuyos orígenes se remontan al siglo XI. Se posa sobre un farallón cuya colina de roca es, cosa no muy habitual, más pequeña que el castillo que soporta. Antiguamente fronteriza, aunque siempre cristiana en tierra de moros, hoy es imagen explotada en las películas y memoria medieval para visitantes con imaginación. Aunque tampoco hace falta demasiada fantasía para trasladarse en el tiempo, pues el recorrido por el castillo es una pura evocación histórica: torreones, murallas, pasadizos, mazmorras y troneras, e incluso una iglesia de empaque; y todo ello en un excelente estado de conservación.

    Cerca del castillo, otro mirador de excepción, el de Sarsamarcuello, ofrece la mejor perspectiva de los Mallos de Riglos. Lo que nos regala es una pamoramica a vista de pájaro, y del mismo tamaño que se contemplan también los ven los buitres leonados que pasan tan cerca del mirador que casi se aprecian los cañones de su plumaje, el tostado claro de las alas y el color de los mallos reflejados en el iris de sus ojos.

    Sin embargo, pie a tierra, en las callejas del pueblo de Riglos, la cosa cambia un poco. Desde aquí, los cerros se ven altivos y dominantes como tablas de la ley que asoman por los tejados. Igual ocurre en Agüero, donde otros cerros acogen al pueblo bajo sus riscos. Así permanecerán los mallos hasta que al cabo de los siglos el viento acabe con su reinado. Mientras tanto, se mantendrán tan enhiestos como los dedos índice y corazón del Pantocrátor que hay en la portada de la iglesia de Agüero.
    No terminar la visita sin haber probado los empanadicos de Ayerve.

    Por la vida, ilis
    La vida, si no es una aventura excitante, no merece la pena ser vivida.

  2. #2
    Usuario Avatar de La Burrita Corredora
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    Predeterminado

    Esto es trabajar por y para el resto,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,del 0 al 10, yo te pongo un 12, caballero, un saludo.
    NO QUISIERA SER TAN POBRE, QUE TAN SOLO TENGA DINERO

  3. #3
    Usuario Avatar de viofer
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    Predeterminado

    QUE BIEN ESPLICADO Y DESCRITO, a mi personalmente la primera vez que vi el castillo de loarre y los mallos me quede hechizado y atrapado de ese entorno tan magico y espectacular, de hecho hemos vuelto dos veces y sigo sintiendo lo mismo es una pasada de bonito, la primera vez en la visita del castillo nada mas entrar nuestro hijo pequeño se pego un leñazo escaleras de piedra para abajo y se abrio la ceja entera , gracias a dios en el centro salud de Ayerbe le curaron.
    bueno ahora por octubre volveremos con la parada obligada en las pozas del pantano de Yesa.

    SALUDOS.
    CARPE DIEM.

  4. #4
    Usuario Avatar de riquemon
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    Predeterminado

    Un relato impresionante, cargado de "música".

    Sólo decir que la primera vez que vi la zona, decidí que ese sería mi lugar de "recogimiento", y como tal, he estado por aquellas tierras, afincado en una caravana, durante 14 años.
    Ahora, con la AC, no voy tanto, pero este fin de semana, por ejemplo, vuelvo por allí.

  5. #5
    Usuario Avatar de Miquel L
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    Cita Iniciado por ilis Ver mensaje
    BASTA YA

    Estaba a punto de terminar el siglo XI cuando el rey Pedro I de Aragón, en un momento de turbación pasional, regaló como dote un territorio oscense a su segunda esposa, doña Berta. Desde entonces y hasta su muerte en 1111, el escarpado rincón permaneció como una propiedad exclusiva de la noble señora.

    Este fue el origen del llamado Reino de los Mayos, una pequeña soberanía en el interior de otro reino, un diminuto Aragón que colocó las piedras de sus castillos y los cimientos de sus pueblos sobre los primeros escalones de los Pirineos. Más o menos, en el mismo sitio por el que el río Gallego, marcha cuesta abajo, alejándose de los grandes montes.

    Aquí, un paisaje de valles verdes viste con traje sastre a un puñado de montes grises que dejan entrever un escote de conglomerados minerales pardos. Eso son los mallos, cuñas rocosas en tiempos lejanos que ahora más parecen enormes yemas de pulgares erosionados.

    A no más de media docena de kilómetros de la orilla izquierda del río aparece el pueblo de Ayerbe, paso inexcusable para entrar en el dominio del Reino de los Mallos. Su alma es suave, y su cuerpo, sencillo y tratable, sin los laberintos de otras villas antiguas.

    Las calles de Ayerbe son largas y casi rectilíneas. Incluso la plaza es prolongada, corrida y rectangular; en realidad son dos plazas contiguas, la Alta y la Baja, encajadas en una misma explanada. El palacio de los marqueses de Ayerbe separa ambas plazas, y un arco abierto bajo la garganta del caserón las comunica. Hace casi sesenta años años, el palacio fue comprado por unos comerciantes que bloquearon con portón y candado el paso entre las dos. Sin embargo, a los habitantes de Ayerbe no les importó gran cosa, porque por la noche derribaban la puerta para que las dos plazas volvieran a tener su paso franco. Así siguió la cosa hasta que, al final, se decidió dejarla permanentemente abierta.

    La plaza Baja, con casas, casonas y palacios que enmarcan pasos y paseos sin pretensiones de larga duración y sí mucho reposo, es la más sosegada de las dos. En ella se alza una torre, alta y respondona con relojes que marcan las largas horas. Sobre una de sus caras hay una inscripción que reza “plaza de Ramón y Cajal, don Santiago”. Así, con aires de orden alfabético, cómo se llama oficialmente, aunque todo el mundo en el pueblo la conozca con el tradicional de Baja.

    Algo tiene que ver Ayerve con Ramón y Cajal. Resulta que aquí vivió el sabio de joven, cuando el futuro histólogo todavía no andaba empeñado en mirarles las interioridades a las neuronas. En busca de su casa hay que dejar la plaza Baja por el lado en cuya esquina está la antigua cárcel, edificio que conserva una bella reja de forja y, continuar luego por calles largas con olor a especias y a gallinero, vías de fachadas blancas que adosan junto a las puertas azulejos sobre los que se escriben los nombres de sus dueños: casa Julieta, casa Manoleta, casa Chicorro, casa de La Reyna…..

    Durante el paseo nos acompañan un puñado de buitres que planean desde las colinas hasta colocarse encima. “Vienen de los Mallos de Riglos (nos informa un hombre). Cuando se acerca la lluvia, el pueblo entero se llena de ellos. ¿Qué si va a llover? Bueno, puede ser, mucho andan revoloteando”.

    En el número 19 de la calle Rafael Gasset está la casa de Ramón y Cajal; pero hoy, de la primitiva construcción sólo se conserva la fachada, y su interior, muy reformado, acoge un museo dedicado al sabio.

    Desde Ayerbe, se alcanza en un suspiro el pueblo de Loarre. Al llegar a la plaza de la villa nos vemos envueltos en un espacio recogido, entre arboledas. Su frondosidad es tan grande, que parece que el anochecer se adelante en la plaza. Cuando de verdad cae la noche, en Loarre surge una conjura de sombras de gatos, aroma de pan cocido y rumor de agua de fuentes. Como la que hay a un lado de la plaza, de la que, bajo una misteriosa inscripción grabada al parecer en una mezcla de latín y hebreo, brota el agua desde el año 1552.

    Así son los mormullos nocturnos de Loarre, solo interrumpidos por los talanes de su campanario. Luego, cuando llega el día, el renace y se llena de calles con fachadas de sillar y puertas de vivos colores.

    No muy lejos del pueblo, pero lo suficiente para que se antoje alzada en medio de la nada, está la descomunal y vieja fortaleza de Loarre, cuyos orígenes se remontan al siglo XI. Se posa sobre un farallón cuya colina de roca es, cosa no muy habitual, más pequeña que el castillo que soporta. Antiguamente fronteriza, aunque siempre cristiana en tierra de moros, hoy es imagen explotada en las películas y memoria medieval para visitantes con imaginación. Aunque tampoco hace falta demasiada fantasía para trasladarse en el tiempo, pues el recorrido por el castillo es una pura evocación histórica: torreones, murallas, pasadizos, mazmorras y troneras, e incluso una iglesia de empaque; y todo ello en un excelente estado de conservación.

    Cerca del castillo, otro mirador de excepción, el de Sarsamarcuello, ofrece la mejor perspectiva de los Mallos de Riglos. Lo que nos regala es una pamoramica a vista de pájaro, y del mismo tamaño que se contemplan también los ven los buitres leonados que pasan tan cerca del mirador que casi se aprecian los cañones de su plumaje, el tostado claro de las alas y el color de los mallos reflejados en el iris de sus ojos.

    Sin embargo, pie a tierra, en las callejas del pueblo de Riglos, la cosa cambia un poco. Desde aquí, los cerros se ven altivos y dominantes como tablas de la ley que asoman por los tejados. Igual ocurre en Agüero, donde otros cerros acogen al pueblo bajo sus riscos. Así permanecerán los mallos hasta que al cabo de los siglos el viento acabe con su reinado. Mientras tanto, se mantendrán tan enhiestos como los dedos índice y corazón del Pantocrátor que hay en la portada de la iglesia de Agüero.
    No terminar la visita sin haber probado los empanadicos de Ayerve.

    Por la vida, ilis
    Gracias compañero por los elogios a la provincia de Huesca, amplio mas información:

    Mayos de Riglos: https://youtu.be/NjJqX5IMTVA
    Loarre: https://youtu.be/l_AE2d_GZYI
    Agüero: https://youtu.be/Wb7ftDUo3PU
    Ayerbe: https://youtu.be/c8MI6xeqHqQ
    Alquezar: https://youtu.be/Y07KnPp5uAw
    Última edición por Miquel L; 31/08/2015 a las 23:06

  6. #6
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    banyeres del penedes
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    Predeterminado

    sencillamente me encantan , el relato y los pueblos que nombra un saludo ilis

  7. #7
    Usuario Avatar de chogori
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    Saludos!

  8. #8
    Usuario Avatar de merot
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    Bonito recorrido y mejor narración, gracias por compartirlo.

    Ababol (Eduardo) tendrás que preparar una excursión.
    "Me compre una Autocaravana, buscando la libertad, y ahora, me quieren meter en un corral"

  9. #9
    Usuario Avatar de La Burrita Corredora
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    Predeterminado

    Cita Iniciado por merot Ver mensaje
    Bonito recorrido y mejor narración, gracias por compartirlo.

    Ababol (Eduardo) tendrás que preparar una excursión.
    .
    Alguno que vaya tomando nota, ¿ no ?, ja jaja , un saludo.
    NO QUISIERA SER TAN POBRE, QUE TAN SOLO TENGA DINERO

  10. #10
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    banyeres del penedes
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    Predeterminado

    la burrita , JONN a mitad de camino !!!!

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