Haere Mai. Un viaje a Nueva Zelanda

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  • jota
    Usuario
    • 2 abr, 2005
    • 9247
    • Wid Wild West

    #16
    Originalmente publicado por Jose Luis Tenerife
    La edad de Inari... Pues si. El tiempo pasa. Hay que aprovechar, que esto se acaba...

    Bueno, ya vamos en la AC... (he alquilado la misma). Vuestro principio será nuestro final. Comenzaremos en Auckland, isla norte, hacia la sur, Christchurch.

    Y va la primera pregunta: ... pero en esta zona Campermate dice que no existen opciones gratuitas... ¿Campermate? Supongo que es esta aplicación: http://www.campermate.co.nz/
    ¿Estaba en el navegador de la AC?
    ¿Conoces esta otra?: https://play.google.com/store/apps/d...ot.wikicampsnz

    Sigo esperando el siguiente bombón.
    Ya sabes que los niños en casa ajena se crían muy rápido

    Ten mucho cuidado conduciendo en los alrededores de Auckland, especialmente hacia el Norte. Tuvimos un par de sustos bastante gordos, cosa que no nos esperábamos porque en principio los neozelandeses son bastante cívicos al volante.

    Me descargué Campermate por recomendación de alguien que estuvo allí, y nos ha ido estupendamente. La otra no la conozco.

    Hay zonas (p. Ej. Bay of Islands) que son muy turísticas y por tanto hay pocas zonas de aparcada gratuitas. Un poco como en España . De todos modos, NZ tiene una infraestructura para ir por libre que ya quisiéramos nosotros.

    Feliz viaje.

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    • jota
      Usuario
      • 2 abr, 2005
      • 9247
      • Wid Wild West

      #17
      Originalmente publicado por criscris
      Caray jota, que pedazoo de viaje!! Seguimos atentamente!!
      Será un placer

      Comentario

      • jota
        Usuario
        • 2 abr, 2005
        • 9247
        • Wid Wild West

        #18
        Haere mai. Un viaje a Nueva Zelanda (3)


        24 de julio
        Temperatura al amanecer: 4 ºC
        Segundo bombón, quiero decir segundo día. Dormimos, nos despertamos, volvemos a dormirnos y a las cinco Inari y yo no sabemos ya qué hacer, salvo esperar a que amanezca. La atmósfera parece tranquila aunque, en ocasiones, súbitas rachas de viento sacuden la autocaravana.

        El sol sale a las ocho, pero a las siete y media ya se empieza a ver. Hemos dormido con la calefacción apagada, y hace un frío que pela. Salgo a dar un paseo. El mar se encuentra a unos pocos metros, y me impresiona haber pasado la noche a orillas del Pacífico. Brillan las olas con el sol en este día despejado, e inmensas bandadas de anátidas vuelan a ras de agua, a unos trescientos metros de la playa; nunca había visto aves marinas en tan gran número. Una foca que juguetea en el rompiente de las olas recuerda que estas son tierras australes.


        Amanece sobre el Pacífico






        Nos apresuramos porque a las diez tenemos que estar en Kaikoura, ya que hemos reservado pasaje en el barco que sale a avistar ballenas. Esto de organizar todo y recoger dos camas lleva su trabajo, sobre todo porque es tarea nueva.

        Arrancamos después de desengancharnos de la luz (resulta imposible dar al contacto si estás enchufado, qué maravilla) y recorremos los 20 curvosos kilómetros hasta Kaikoura. La península sobre la que se asienta este pueblo es donde, según una leyenda maorí, el semidiós Maui puso los pies cuando pescó la Isla Norte de las profundidades del mar. Maui parece un trasunto de Prometeo, pues quiso librar a los seres humanos de la muerte y pereció por ello.

        Una vez llegados, extraviamos la dirección del centro ballenero, cosa que no comprendo porque la traemos en el navegador y el sitio es bastante pequeño. Me cuesta bastante maniobrar para dar la vuelta, y luego está la asignatura pendiente de los bordillos.

        Al final toda nuestra prisa resulta inútil: el viento ha soplado toda la noche (ya nos hemos enterado) y las condiciones del mar son malas. Han suspendido el barco de las diez y el de las diez y media. Nos dicen que estemos aquí a la una y cuatro, por si les fuera posible organizar esa salida.

        Este momento en el que se le suele caer a uno el alma a los pies. Habida cuenta de que la ruta que tenemos planificada recorre la isla a partir de Christchurch en el sentido de las agujas del reloj, era bastante expuesto -al menos durante esta época del año- pegarse el viaje de ida y vuelta a Kaikoura para luego exponerse a que cancelaran el safari. Si vinimos hasta aquí es porque tenemos una carta en la manga, y esta se halla 26 kilómetros más al Norte. Quedan dos horas y media hasta la presunta salida del barco, así que nos dará tiempo.

        Al salir de Kaikoura bordeamos una llanura litoral por la que sopla el viento con bastante intensidad. Después, a partir de Hapuku, las montañas se pegan a la costa y vamos más protegidos. De vez en cuando caen pequeñas cortinas de agua pese a hallarse el cielo despejado, y es que las nubes se hallan ancladas sobre las montañas, y en las montañas hay nieve.


        Centro ballenero de Kaikoura
        Así las cosas, llegamos a Ohau Point. A primera vista no es más que un estrecho aparcamiento junto a la carretera, pero si bajas y te asomas verás un montón de focas dormitando. Me animo y salto el pretil; a un ejemplar joven le doy un susto de muerte. Las demás me miran desde las rocas, algunas con ese gesto tan gracioso consistente en curvar la cabeza totalmente hacia atrás y mirarte del revés. Es muy emocionante, porque nunca había visto estos animales en libertad tan de cerca, aunque mantengo una distancia razonable (los carteles indican que no te acerques a menos de cinco metros. También advierten de que si las focas se sienten acorraladas pueden morder).


        Ohau Point
        Ohau Point
        Ohau Point
        Ohau Point
        Después volvemos a la auto y avanzamos 800 metros hasta otro aparcamiento. Allí, al otro lado de la carretera, arranca el Ohau Stream Walkay, un sendero que en menos de diez minutos te lleva a, como dice la publicidad local, the cuttest place, el lugar más lindo. Y no exagera: en una charca alimentada por una cascada de ensueño están las crías de foca retozando.


        Serán una veintena y se lo pasan muy bien, ajenas a los humanos que las observamos. Al parecer suben torrente arriba porque aquí se sienten más seguras. Cada dos o tres días, cuando tienen hambre, bajan a la costa a que sus madres las alimenten. El espectáculo emboba. Es muy divertido y muy tierno, sobre todo ahora que apenas estamos aquí una docena de adultos y otra de niños pequeños; he leído en prensa que en otras épocas la masificación es tal que pone en peligro a las crías, especialmente cuando quienes vienen no son personas respetuosas, sino cenutrios (youngsters) gritones y maleducados.


        La cascada
        La guardería
        El juego
        Regresamos al centro ballenero. Por el aspecto desolado de la entrada sabemos que no habrá safari antes de que el recepcionista nos lo diga. Este toma nuestros datos para devolvernos el dinero de la reserva, pero en casos así el dinero no supone más que un triste consuelo, y la sensación es de que has perdido algo.

        En fin. Nos conformaremos con nuestras foquitas.

        Comemos en el aparcamiento. El centro ballenero se halla instalado en la antigua estación ferroviaria. Circulan los trenes de mercancías hacia el Sur con paso soñoliento. Al echar un vistazo a la normativa de tráfico para guiris, descubro que en NZ existe tres tipos de paso a nivel (ninguno elevado): a) Con luces y barreras automáticas. b) Solo con luces. c) Sin luces ni barreras. ¡Y yo que he cruzado la vía unas cuantas veces, pensando que estaba fuera de uso! A partir de ahora miraré primero, no vaya a ser.


        Terminado el refrigerio, y pese a que el calorcito dentro de la auto nos vuelve remolones, regresamos a Chistchurch. Por suerte, la ruta es conocida. aunque al menos ya sabemos lo que nos vamos a encontrar: la carretera tiene muchos cambios de humor, pero en general es peor que cualquier autonómica en España, y eso que es la State Highway 1, que va desde el final de la Isla Sur a la punta de arriba dela Isla Norte, y con la que conviviremos durante buena parte del viaje. Lo peor sin duda son los camiones: prácticamente todos llevan doble remolque, y circulan a una velocidad de escándalo. Tal vez no superen la limitación de cien kilómetros por hora que tienen todas las carreteras de Nueva Zelanda, ya sean autopistas o caminos de cabras, pero si el sitio es un poco estrecho el cruzarte con ellos es como si se te viniera la muralla china.


        Camino de Chirstchurch
        Al llegar a la ciudad nuestro propósito es ir al Countdown de ayer para comprar lo que se nos olvidó, que no es poco. Sin embargo, la oscuridad y las obras hacen que nos perdamos un par de veces. Bego ha resultado elegida intendente para este viaje. Mientras esperamos a que regrese, miro cuáles son las opciones para dormir esta noche. Queremos salir de Christchurch porque queremos un sitio tranquilo, pero también porque no vamos a visitar la ciudad. No sabemos cómo marchará la reconstrucción del centro, arrasado casi por completo durante el terremoto de 2011. A mí me gustaría visitar la catedral de cartón construida por Shigeru Ban, arquitecto japonés, pero me siento aún muy torpe para callejear por una ciudad en obras y, sobre todo, andamos mal de tiempo si queremos ver todo lo que nos hemos propuesto. Un mes parece mucho tiempo, pero enseguida nos daremos cuenta de que se nos va a quedar corto.

        La aplicación Campermate es estupenda, ya que tiene geolocalizado casi cualquier recurso que necesite un autocaravanista, desde una lavandería a sitios donde recargar la bombona del gas. Los campings, por llamarlos así, los divide en tres categorías: gratuitos, low-cost (hasta 30 dólares) y caros (a partir de ese precio). Nosotros pagaremos 30 dólares solamente en la noche de Kaikoura; dos o tres veces pernoctaremos en zonas de acampada del DOC (el Departamento de Conservación), a quince dólares por noche, y el resto gratis. Estos últimos sitios por lo general no tienen servicios de ningún tipo, pero a través de la aplicación aprenderemos a localizar las dump station, donde puedes soltar las grises y negras y casi siempre llenar. A diferencia de España, donde cada lugar de vaciado es de su padre y de su madre, aquí deben de estar homologadas, porque vayas donde vayas son siempre iguales. Lo que más me gusta es el sistema para evacuar las grises: con la auto nos han dado una manguera, un extremo la cual se conecta a la salida de las mismas y el otro lo metes en el desagüe. Todo muy limpio y muy eficiente. Deberíamos aprender por estos lares.


        Sistema de vaciado kiwi
        Otro concepto utilísimo a importar es el de self-contained vehicle. Se trata de una certificación que se renueva cada cuatro años y cuyo sello llevas en el parabrisas, y que garantiza que la autocaravana en cuestión está preparada para no emitir efluentes contaminantes. Que el agua sucia y la caca te las llevas puestas, vaya. En muchas de las áreas gratuitas solo se permite este tipo de vehículo, aunque como siempre hay quien se lo salte a la torera.

        En dichas elucubraciones ando cuando siento unos golpecitos en el cristal. Es un chico con aspecto oriental. No entiendo muy bien lo que dice, pero me enseña una foto en su móvil: es el cuadro de testigos de un vehículo, y quiere saber si conozco el significado de uno que se le ha encendido. Colijo que es el conductor de una auto parecida a la nuestra que ha aparcado ahí al lado. Lo que me enseña está bastante borroso, pero le sugiero que podría ser el indicador de una puerta abierta (a nosotros nos pasa con la corredera, que para que cierre bien hay que darle unos empujones de espanto). Se despide.

        Para salir de Christchurch, recorremos los interminables suburbios que se extienden hacia el Sur. Aunque llevamos poco de viaje, nos hemos dado cuenta de dos detalles relativos al urbanismo: la primera, que el poblamiento es tan disperso que muchas veces los pueblos no son más que puntos testimoniales sobre el mapa, ya que están formados por granjas repartidas aquí y allá, sin indicios de casco urbano por ningún sitio. La segunda que una ciudad como esta, de cuatrocientos mil habitantes, ocupa una extensión de al menos el doble de la que tendría en España debido a que existen muy pocos bloques de viviendas y sí en cambio muchas casas de planta baja. Finalmente hemos decidido irnos a dormir a Chamberlains Ford, un área aparcada gratuita a unos 30 kilómetrosa orillas del río Waikirikiri (en inglés se llama Selwyn River, pero hay que reconocer que es más divertido en maorí). Tengo un poco de miedo de circular por secundarias, pero en resumidas cuentas no se diferencian mucho de la SH 1. Cruzamos el río y damos con el área sin dificultad. En un extremo hay un coche, y en el otro una camper. Nos ponemos en medio. Todo está muy oscuro y muy tranquilo. Buenas noches.


        Kilómetros etapa: 297.

        Kilómetros viaje: 462.
        Editado por última vez por jota; 01/09/2016, 08:52:53.

        Comentario

        • Xavier i Silvia
          Usuario
          • 21 mar, 2006
          • 604
          • BARCELONA (Barcelona)

          #19
          Desde que he vuelto de vacaciones que estoy pendiente del Facebook para seguir tu maravillosos relato. Veo que también lo publicas en AcPasion. Lo seguiré por aquí ya que me es mucho más fácil.

          Comentario

          • CAPITAN TAN
            Usuario
            • 1 nov, 2006
            • 5660
            • Mataró

            #20
            Hombre Juanma !!! que placer volver a leerte, mayor placer sería reencontrarnos algún día, pero todo se andará
            sigpic

            Comentario

            • Cargoleta
              Usuario
              • 18 sep, 2008
              • 901
              • Figueres

              #21
              Ufff, vaya viaje!!
              Y que envidia mas sana

              Seguiré atentamente el relato!

              Saludos
              Nuestros viajes en: www.cargoletateam.blogspot.com.es

              Comentario

              • Jose Luis Tenerife
                Usuario
                • 12 dic, 2006
                • 2163
                • La Caleta de Adeje. Isla de Tenerife.

                #22
                Originalmente publicado por jota
                Ya sabes que los niños en casa ajena se crían muy rápido

                .......

                Feliz viaje.
                Nunca había oído esa frase. En casa ajena. Es una realidad.

                Gracias por los deseos, pero falta algo mas de un mes.
                Estoy en la fase:" ... durante los días anteriores todo se me vuelve un poco irreal, y al mismo tiempo experimento una resistencia a salir de lo cotidiano, ..." .
                !
                Y con unos nervios.! ...

                Comentario

                • jota
                  Usuario
                  • 2 abr, 2005
                  • 9247
                  • Wid Wild West

                  #23
                  Originalmente publicado por Xavier i Silvia
                  Desde que he vuelto de vacaciones que estoy pendiente del Facebook para seguir tu maravillosos relato. Veo que también lo publicas en AcPasion. Lo seguiré por aquí ya que me es mucho más fácil.
                  Bienhallado

                  Comentario

                  • jota
                    Usuario
                    • 2 abr, 2005
                    • 9247
                    • Wid Wild West

                    #24
                    Originalmente publicado por CAPITAN TAN
                    Hombre Juanma !!! que placer volver a leerte, mayor placer sería reencontrarnos algún día, pero todo se andará
                    Hola, Capi. Me alegro mucho de leerte. ¿Dónde has ido este verano?

                    Un abrazo.

                    Comentario

                    • jota
                      Usuario
                      • 2 abr, 2005
                      • 9247
                      • Wid Wild West

                      #25
                      Originalmente publicado por Cargoleta
                      Ufff, vaya viaje!!
                      Y que envidia mas sana

                      Seguiré atentamente el relato!

                      Saludos
                      Aquí estaremos para lo que queráis preguntar.

                      Un saludo.

                      Comentario

                      • jota
                        Usuario
                        • 2 abr, 2005
                        • 9247
                        • Wid Wild West

                        #26
                        Originalmente publicado por Jose Luis Tenerife
                        Nunca había oído esa frase. En casa ajena. Es una realidad.

                        Gracias por los deseos, pero falta algo mas de un mes.
                        Estoy en la fase:" ... durante los días anteriores todo se me vuelve un poco irreal, y al mismo tiempo experimento una resistencia a salir de lo cotidiano, ..." .
                        !
                        Y con unos nervios.! ...
                        Cuando te des cuenta el Día D habrá llegado.

                        Esa frase que citas la usamos mucho en Extremadura.

                        Sigue preparando, aunque nunca estarás preparado del todo para lo impreparable (la cita es mía)

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                        • jota
                          Usuario
                          • 2 abr, 2005
                          • 9247
                          • Wid Wild West

                          #27
                          25 de julio
                          Temperatura al amanecer: 2 ºC
                          Menos mal que anoche pusimos la calefacción, porque se ve escarcha en la hierba: es la constatación de que, aunque al otro lado del globo se estén torrando, aquí es invierno.

                          Chamberlains Ford
                          Después de desayunar salgo a dar un paseo con Inari. Hace sol. El área es mucho más grande de lo que parecía anoche, y al fondo se ven vehículos grandes, tipo autobús, con pinta de llevar aquí muchos días. A la vuelta nos encontramos con un joven que me saluda amigablemente: es quien me abordó anoche en el súper. Cuenta que él y su pareja son de Singapur, y que van a estar por aquí un mes con la autocaravana. Se le ve un poco verde en todo lo relativo al tema, porque pregunta muchas cosas acerca del vehículo. Cuando nos marchamos se despiden los dos muy amigablemente.

                          Cuando te mueves en viaje organizado conoces exactamente cuál es el guión, pero si lo haces por libre surge inevitablemente la Segunda Pregunta Trascendental: ¿Dónde vamos hoy? Esta cuestión sería para nosotros casi irrelevante de no ser por el factor tiempo: son más los sitios que ver que tiempo disponible. Nueva Zelanda Viajes nos proporcionó una sugerencia de itinerario que en la práctica supone ir de un sitio para otro con la lengua fuera. Además, tenemos dos condicionantes (aparte del regreso, claro): un crucero por el Milford Sound el 1 de agosto y el ferry a la Isla Norte el día 9. Naturalmente, esto nos afecta y mucho a la hora de planificar.

                          Pero eso nos cae ahora muy lejos. El dilema inmediato hoy es: ¿Monte Cook o Akaroa? Yo había pensado dejar este último sitio de lado, pero la Península de Banks, con forma de rueda dentada, nos atrae como un imán. Iremos pues a Akaroa, y mañana a Monte Cook.

                          Nos aproximamos a nuestro destino a través de carreteras locales, las cuales se hallan en muy buen estado. Circulamos entre fincas, muchas de ellas habitadas, que se dedican a la cría de caballos (resulta divertido ver a estos con abrigo). Sorprenden los setos que flanquean la carretera: no están constituidos por arbustos, sin por árboles hechos y derechos podados de tal manera que alcanzar un grosor de hasta tres metros y una altura de por lo menos diez; parece un trabajo de jardinería realizado por gigantes. Más adelante veremos este mismo tipo de poda en hileras de árboles en mitad del campo, y entendemos que su función es la de cortavientos. Ahora bien, para realizar esta tarea deben de utilizar una sierra telescópica enorme.

                          Curiosa plantación de árboles. A la derecha, seto descomunal
                          Bahía de Akaroa
                          Desde nuestro lugar de pernocta hasta Akaroa hay 80 kilómetros, aunque en el mapa no lo parezca. Pero es que la carretera primero da vueltas y revueltas, y después bordea el interior de un inmenso cráter transformado ahora en bahía. La Penísula de Banks se originó hace ocho millones de años, y tuvo su origen en dos gigantescas erupciones volcánicas, de ahí su forma tan característica. La zona fue originalmente poblada por colonos franceses, y los habitantes actuales deben de tenerlo a gala, a juzgar por la cantidad de carteles que se ven en esta lengua, de modo que aquí conviven, en estrecha mescolanza, los nombres ingleses, franceses y maoríes.

                          Área de Akaroa
                          El pueblo se ve muy tranquilo, como corresponde a la temporada baja. Por lo visto, en verano se ve invadido por innumerables turistas que descienden de los grandes cruceros que fondean aquí desde que el terremoto de 2011 destruyó el puerto de Lyttelton. Paramos en una de las ocho plazas gratis que hay aquí para pernoctar, justo enfrente de un camping (igualito que en España) a tomarnos un té. A continuación buscamos el muelle, y lo encontramos con el tiempo justo para apuntarnos a un safari de delfines con Akaroa Dolphins. Se trata de una empresa familiar: la hija cobra los tickets, el papá dirige el catamarán, y la mamá se ocupa de los pasajeros y les ofrece bebida y pastas caseras. Todos muy agradables, con una vocación de servicio que abruma. También tienen un perro que escruta atentamente el horizonte y olfatea los delfines. Lleva puesto un salvavidas, porque en ocasiones se emociona tanto que hay que rescatarlo del agua con un gancho.

                          Antiguo muelle
                          Puerto de Akaroa
                          De safari acuático con el perro delfinero
                          El barco zarpa aunque somos pocos a bordo. Conocemos a una pareja muy maja de madrileños que están de luna de miel.
                          Nos movemos por el interior de la bahía realizando breves paradas. Divisamos algunos leones marinos y una pareja de pingüinos azules, pero a los delfines no se los ve por ninguna parte. Antes de subir nos advirtieron de que había mala mar (otra vez), de modo que me pertreché de Biodramina. Hice bien, porque el capi nos asomó a mar abierto, donde la olas eran aterradoras: la proa del catamarán se alzaba hacia el cielo y a continuación caía en un profundo valle de color esmeralda. La sensación era de montaña rusa total. Yo me había sentado en la proa, y fue divertido hasta que las salpicaduras se tornaron brutales remojones. Hice cuanto pude por arrastrarme a un lugar más protegido, y justo en ese momento el timonel debió de pensar que ya habíamos tenido bastante, porque cambió el rumbo.

                          -Te veíamos ahí fuera y parecías el capitán del barco -me dice el madrileño.
                          -Es que con el oleaje no podía moverme del sitio.

                          Agradezco la broma, pero lo cierto es que estoy empapado de pies a cabeza. Lo peor es la cámara: pese a que he procurado protegerla está chorreando, y lo peor es que se trata de agua salada. La seco como puedo, pero no estoy seguro de que no me vaya a dar un disgusto nada más empezar el viaje.

                          La Roca Elefante
                          Bahía de Akaroa
                          Ya pensábamos que volvíamos de vacío a puerto cuando los encontramos: son delfines de Héctor, de los que solo quedan unos cuantos miles. Entre nosotros, yo creo que el capitán sabía perfectamente dónde encontrarlos, y lo ha dejado hasta el final para que así sea todo más emocionante. Los delfines de Héctor son también los más pequeños; juguetean delante del barco y se meten entre las quillas para competir con él (nadan sorprendentemente rápido). Al final nos vamos todos con muy buen sabor de boca.

                          Delfines de Héctor
                          Delfín de Héctor
                          Regreso al puerto
                          Fire & Ice
                          Camino de la auto nos encontramos conFire & Ice, una joyería especializada en piedras. Se halla ubicada en una casita de dos plantas, pintada de amarillo y con la puerta en la esquina. Una plaquita indica que estamos ante un historic building (en Nueva Zelanda, a todo lo que pasa de un siglo de antigüedad se le atribuye el epíteto de historic) aunque, la verdad sea dicha, este edificio, construido en madera, recuerda a los del Lejano Oeste. Cada cual se compra algo; yo elijo unaBlue Goldstone; me seduce esta piedra, porque cuando la giras bajo la luz brilla y fosforece como el cielo estrellado.

                          Tras un breve almuerzo emprendemos el regreso, pero ahora lo hacemos por la Summit Road,una carretera escénica que crestea por las sierras de la península. Como está atardeciendo, las vistas son muy chulas. Pero la velocidad media es de 25 kilómetros/hora, de manera que cuando queremos salir a campo abierto ya es noche cerrada. Había pensado ir haciendo camino hacia Monte Cook antes de dormir, pero entre el sueño cambiado y las dos Biodraminas llevo una caraja de espanto. Por ello decidimos quedarnos en el Waihora Park Domain. Se trata de un enorme terreno privado que cuesta diez dólares por vehículo y donde no ves a nadie: el check-in te lo haces tú y depositas un sobre con la ficha y el dinero en una especie de hucha de seguridad. A la vuelta descubro un grifo que nos vendrá bien para repostar mañana.

                          Vistas desde The Summit Road
                          Vistas desde The Summit Road
                          The Summit Road
                          Sol poniente desde The Summit Road
                          Tenemos el cassette de las negras hasta arriba, así que lo vacío en un water del bloque de servicios. De regreso a la auto me deslumbran las luces de un vehículo. Algunos letreros escritos a mano me han hecho barruntar que la dueña es un poco maniática en lo que respecta al tema de los residuos, de modo que temo que sea ella y venga a echarnos la bronca. Pero a la segunda vuelta el coche se detiene y apaga las luces. Son excursionistas, como nosotros.




                          Kilómetros etapa: 147.

                          Kilómetros viaje: 609.
                          Editado por última vez por jota; 02/09/2016, 23:13:32.

                          Comentario

                          • zosso5
                            Usuario
                            • 28 mar, 2015
                            • 567
                            • --

                            #28
                            Gracias por compartir vuestras experiencias en semejante viaje , muy bien relatado u muy interesante ,ya estoy deseando leer la siguiente entrega ,saludos

                            Comentario

                            • jota
                              Usuario
                              • 2 abr, 2005
                              • 9247
                              • Wid Wild West

                              #29
                              Originalmente publicado por zosso5
                              Gracias por compartir vuestras experiencias en semejante viaje , muy bien relatado u muy interesante ,ya estoy deseando leer la siguiente entrega ,saludos
                              Mañana me pongo

                              Un saludo.

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                              • jota
                                Usuario
                                • 2 abr, 2005
                                • 9247
                                • Wid Wild West

                                #30
                                26 de julio
                                Temperatura al amanecer: -2 ºC

                                ¡Dos grados bajo cero! Es lo que marca ahora el termómetro de la auto, pero a saber cuánto ha hecho esta noche, porque vemos el suelo helado de la fuerte pelona. Tanto es así que cuando me acerco al grifo que encontré ayer descubro... que está congelado, lo mismo que la manguera. Nuestro gozo en un pozo: puede tardar horas en volver a salir agua, así que habrá que agenciársela en otro sitio.

                                ¿Leche o suavizante?
                                Amanece, que no es poco
                                Alpaca
                                Arrancamos cuando empieza a salir el sol. Impresionan los alrededores de la carretera, tan blancos. Vamos con cuidado por miedo al hielo, especialmente al -muy temido por aquí- black ice.Serpenteando por secundarias, tras 16 kilómetros llegamos a Coes Ford un área que, como la de anteanoche, también está a orillas del río Waikirikiri. Aquí existe un bloque de servicios, y está permitida la acampada a vehículos no self-contained. A juzgar por la cantidad de gente joven, la afición al camping-car en este país es enorme, sobre todo si tenemos en cuenta la época que es y el frío que hace. Pero seguimos sin agua, porque los grifos aquí también están congelados, y de todos modos nos daría igual porque no hay ninguno con rosca al que podamos acoplar nuestro adaptador.

                                Carreteras heladas
                                Atravesamos el río y seguimos por una larga y recta carretera, al fondo de la cual se ve ya la cordillera con nieve, nuestro destino de hoy. 18 kilómetros más adelante llegamos a la SH 1, mucho más ancha y de mejor factura que al Norte de Christchurch. También con más tráfico. Aquí ya no hay hielo, y consigo poner el vehículo a la horrísona velocidad de 100 kilómetros/hora. Cruzamos el río Rakaia, cuyo cauce es un inmenso pedregal de más de un kilómetro de ancho por donde el agua serpentea en meandros.

                                Rakaia River
                                Al llegar a Ashburton Inari dice sentirse mal, de modo que paramos un rato. Aprovecho para buscar en Campermate, y así descubro que hay un camping a dos kilómetros escasos. Aunque más que un camping parece un parque, pues tiene muchísimo espacio, árboles centenarios y un estanque enorme con patos. Bego va a recepción a ver si nos dan agua. Vuelve diciendo que el dueño no está, y que hay al cargo una señora que no entiende muy bien del asunto, pero que dice que si la encontramos que la cojamos. Damos con la estación de descarga, donde hay un grifo en el que pone claramente agua no potable. Claro, aquí es donde la gente enjuaga los cassettes, pero esto se soluciona quitando la manguera y el adaptador originales y poniendo los nuestros. Por supuesto, nosotros no bebemos nunca jamás el agua del depósito, ni tampoco la usamos para cocinar, sino que la compramos en el súper. Aquí en Nueva Zelanda la marca agraciada es Pure Dew Water Ultra Distilled, que viene en unas garrafas cuadradas de diez litros las cuales se acoplan perfectamente al escalón de la puerta corredera. Son tan sólidas que con la primera de ellas fabricamos el cubo para las bolsas de la basura (la auto trae uno, pero atornillado en el interior de los arcones; es un sitio tan inaccesible que me pregunto si alguien lo habrá utilizado alguna vez).




                                Nos separamos de la costa. Pasamos cerca de Geraldine y cruzamos Fairlie. Aquí enseguida se nota que en cuanto te alejas de la costa empieza a escasear la población: la primera de las dos localidades cuenta con 2.200 habitantes, la segunda con algo más de setecientos. Y Tekapo, hacia donde nos dirigimos, no llega a los cuatrocientos. A medida que nos internamos en el territorio, las cumbres nevadas que cierran el horizonte empiezan a tomar relevancia. Lo que sorprende es que, pese a hallarnos a solo a unos 700 metros sobre el nivel del mar, la nieve cubre toda la ladera. Desde donde estamos ahora tampoco se ve el arranque de las montañas.



                                Alpes neozelandeses


                                Hacia lo salvaje

                                Tras pasar la diminuta población de Kimbell, la carretera rodea el Monte Dobson. Lo despoblado y salvaje del terreno, las interminables extensiones boscosas y los ríos recuerdan mucho a la imagen que tengo de Canadá. Yendo por aquí te sientes un poco pionero. Más adelante el paisaje se vuelve gradualmente desolado. Pese a hacer sol, llama la atención que la temperatura exterior no sobrepase los tres o cuatro grados centígrados.

                                Lago Tekapo
                                Lago Tekapo
                                Monte Cook
                                Lago Tekapo
                                Lago Tekapo
                                A eso de las doce llegamos a Tekapo. Pese a su amenazador nombre, resulta un sitio precioso. Paramos en un aparcamiento-mirador con unas vistas impresionantes del lago. Comemos unos sándwichs y después salimos a dar un paseo. Descubro que aquí está expresamente prohibido quedarse a dormir y, sin embargo, tienen una dump station. Ahora que ya no la necesitamos.

                                Inari se lo pasa bomba rompiendo el hielo de los charcos. Luego inspecciona el cadáver de un conejo semi-momificado (debe de haber muchos por aquí, el suelo está lleno de excrementos). Por último, nos acercamos a la orilla del lago, cuya zona menos profunda tiene la superficie congelada. Pasamos el rato arrojándole piedras y viendo cómo se deslizan los patos al aterrizar, como si fuesen hidroaviones.


                                Zona congelada del lago
                                Patos patinadores
                                Aire bajo el hielo
                                Tirando piedras (pinchar con en el ratón)


                                El sol empieza a declinar y aún nos quedan 50 kilómetros hasta nuestro destino, que es el Lago Pukaki. Antes de marcharnos paro a repostar gasoil. Como dentro de la auto aún hace calorcito, me he quedado en manga corta y así bajo, pese a los tres grados que hay fuera. Creo que incluso la chica de la gasolinera me mira con cara rara.

                                Camino de Pukaki
                                Desde Tekapo a Pukaki no se cruza ni un solo lugar habitado. Si antes parecía que nos hallábamos en Canadá, ahora el paisaje recuerda unas veces a la meseta de Anatolia y otras al altiplano de Perú. Como un huracán, nos adelanta un trailer doble y un rato después le vuelvo a alcanzar, el conductor parece haberse dormido hablando por el móvil. Le adelanto con muchísimo reparo y diez minutos después lo tengo otra vez encima. Cuando me aparto en el aparcamiento de la presa suspiro de alivio al poder quitarme de encima a semejante energúmeno.

                                Analizamos ahora las posibilidades de pernocta. La más interesante es la Lake Pukaki Reserve,una pequeña península que hemos dejado a poco más de un kilómetro, al otro lado de la presa. Los comentarios de anteriores usuarios dicen que hay bastante barro, pero aun así probamos. Accedemos por un camino de tierra y con muchos baches, todos llenos de agua congelada, hasta que hallamos un claro entre dos bosquetes. No hay nadie. ¿Será seguro dormir aquí solos, entre tanta wilderness? Aparcamos y nos vamos a ver atardecer a la orilla del lago. La puesta de sol tras la cadena de montañas nevadas es inenarrable.

                                Atardecer en el lago Pukaki
                                Atardecer en el lago Pukaki
                                Orilla del lago. Puede apreciarse el color turquesa de sus aguas
                                Pukaki es más grande que Tekapo: mide 31 kilómetros de largo por 5,5 de ancho, y tiene una superficie de 179 kilómetros cuadrados. Originalmente era menos profundo, pero al construir la presa su nivel subió 46 metros. La mitad de la producción hidroeléctrica de Nueva Zelanda es generada por las centrales de estos dos lagos.

                                Cuando volvemos a la auto descubrimos que ha llegado otra como la nuestra, además de tres furgonetas. El encanto de la soledad se ha roto, pero me siento afortunado de dormir en un sitio tan maravilloso, tachonado de estrellas.


                                Kilómetros etapa: 272.
                                Kilómetros viaje: 881.
                                Editado por última vez por jota; 03/09/2016, 19:11:50.

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