El penúltimo día de la estancia en San Pedro, viendo como apretaba el sol durante las horas centrales del día, tomé la decisión de bajar hacia Tierra de Fuego por la costa de Chile, donde se está muy fresquito y no por Argentina, donde las temperaturas recién entrado el verano austral, muchos días se acercan a los 35/38° y eso, sin una buena sombra, lo llevo mal.
La carretera hasta Tocopilla, muy buena y los 260 km se hacen rápido. La señalización excelente y por cierto, primera vez que siento esa impresión una vez que dejé las carreteras de Canadá y USA.
Esta pequeña ciudad es muy estrecha y está encajonada entre el puerto y una montaña que desciende vertiginosamente hasta el mar. Hice una única pernocta, porque no era el sitio ideal donde descansar unos días del viaje, que en estas últimas semanas ha sido bastante intenso.
Al día siguiente, la Nacional 1 me llevó 30 km hacia el sur, hasta Playa Conchuela. Playa desierta donde solo viven seis familias y donde hay un pequeño chiringuito con muy buena cocina con pescados frescos, y ahí decidí quedarme a descansar y a pasar las Navidades. Es una pequeña caleta, de fácil acceso y donde he aprovechado también para ordenar cosas domésticas dentro de la AC, limpieza del motor y reagrupamiento de la bodega, y sobre todo, poder leer con tranquilidad sin hacer planes de ruta para los próximos días.
Entre Playa Conchuela y Mejillones, hay playas kilométricas y multitud de sitios para quedarse a pasar el día. Las playas no invitan mucho a bañarse, debido al fresquito, pero los sitios resultan atractivos para detenerse y pasar un buen día.
Extraordinarias las playas de Hornitos y Punta Itata, donde dormí a pierna suelta.
No lejos, está Mejillones, una ciudad que, a pesar de ser pequeña, tiene mucha actividad concentrada en una zona industrial, 8 km antes de llegar al centro, junto a un puerto.
Hay que visitar Punta Angamos desde la que se divisa toda la bahía de Mejillones y Las Loberas, con muchos lobos marinos, aunque ya no tan pacíficos como los de las Galápagos. En esta zona, quizás por la hora, se podía ver un extraordinario contraste entre la arena del desierto y el azul de un intensísimo cielo.
En Mejillones, me quedé a dormir junto al cuartel de los carabineros, no muy silencioso porque pasan buses de pasajeros, pero presumiblemente tranquilo, que es lo más esencial.
Por cierto, el nombre de Mejillones no tiene que ver con el nuestro. Aquí los mejillones son como nuestras vieiras y a nuestros mejillones, aquí les llaman choritos que, y aunque haya mejillones, no han sido los que han formado la toponimia del sitio.
Varias personas entradas en años, me han confirmado que hasta hace solo 8 o 10 años, durante los meses de verano, es decir desde primeros de noviembre hasta fines de febrero, en toda esta zona, la mayoría de las familias se iban a cenar y tomar baños a la playa, cosa que, con el clima actual, haría falta bastante atrevimiento. Es otra confirmación, oída en tantas otras partes, del más que posible cambio de clima.
Toda la ruta costera hacia Antofagasta se hace a través del desierto de Atacama pero lo bueno es que la temperatura es muy buena y una brisa marina continua y refrescante. La ruta excelente e incluso una vez salido de Mejillones, 30 km antes de Antofagasta, hay una muy buena autovía que además tiene un área de descanso bien cuidada y con magníficos servicios, incluyendo duchas con agua caliente. Una sorpresa muy positiva.
A 15 km antes de llegar a Antofagasta, o “Antofa”, como casi todos llaman, está el Monumento Natural La Portada. Es un arco formada por la erosión del mar y el viento y para visitarlo solo hay que desviarse 3 km de la general. Un poco antes, sobre la misma carretera N 1, hay un monumento para señalar la situación del trópico de Capricornio.
La ciudad tiene un bonito y muy largo paseo paralelo al mar. Hay que visitar el muelle salitrero, ya en desuso y el mercado del pescado con una buena oferta de comidas. Cerca de allí, la plaza de Colón muy floreada y a al frente, una catedral moderna.
Antofagasta, es según el FMI, la región más rica de Chile, más del doble de PIB que Santiago y donde un café te puede costar 4.000 pesos, o 5 Euros. Espectacular desarrollo de la minería, cobre, litio y salitre y un importante puerto, configuran la pujante economía de la región.
Su conjunto resulta muy agradable para visitar. Las dos pernoctas las hice en un tremendo parking, entre el Jumbo y el Estadio Regional. Grandes focos, cámaras de vídeo y los vigilantes del estadio, hacen que uno se sienta muy tranquilo.
Antes de abandonar el entorno de la ciudad, hay que llenar el depósito porque la próxima gasolinera está en Taltal, a solo 230 km. La pregunta sería ¿cómo puede ser, que durante un tramo tan largo, no haya más estaciones de servicio? La respuesta es porque es un puro desierto, con escasísimo tráfico.
Camino del sur, a solo 75 km de Antofagasta, está esculpida la Mano del Desierto. Vale la pena una paradita en el medio de la nada. La escultura tiene una altura de 11 metros.
Saludos
La carretera hasta Tocopilla, muy buena y los 260 km se hacen rápido. La señalización excelente y por cierto, primera vez que siento esa impresión una vez que dejé las carreteras de Canadá y USA.
Esta pequeña ciudad es muy estrecha y está encajonada entre el puerto y una montaña que desciende vertiginosamente hasta el mar. Hice una única pernocta, porque no era el sitio ideal donde descansar unos días del viaje, que en estas últimas semanas ha sido bastante intenso.
Al día siguiente, la Nacional 1 me llevó 30 km hacia el sur, hasta Playa Conchuela. Playa desierta donde solo viven seis familias y donde hay un pequeño chiringuito con muy buena cocina con pescados frescos, y ahí decidí quedarme a descansar y a pasar las Navidades. Es una pequeña caleta, de fácil acceso y donde he aprovechado también para ordenar cosas domésticas dentro de la AC, limpieza del motor y reagrupamiento de la bodega, y sobre todo, poder leer con tranquilidad sin hacer planes de ruta para los próximos días.
Entre Playa Conchuela y Mejillones, hay playas kilométricas y multitud de sitios para quedarse a pasar el día. Las playas no invitan mucho a bañarse, debido al fresquito, pero los sitios resultan atractivos para detenerse y pasar un buen día.
Extraordinarias las playas de Hornitos y Punta Itata, donde dormí a pierna suelta.
No lejos, está Mejillones, una ciudad que, a pesar de ser pequeña, tiene mucha actividad concentrada en una zona industrial, 8 km antes de llegar al centro, junto a un puerto.
Hay que visitar Punta Angamos desde la que se divisa toda la bahía de Mejillones y Las Loberas, con muchos lobos marinos, aunque ya no tan pacíficos como los de las Galápagos. En esta zona, quizás por la hora, se podía ver un extraordinario contraste entre la arena del desierto y el azul de un intensísimo cielo.
En Mejillones, me quedé a dormir junto al cuartel de los carabineros, no muy silencioso porque pasan buses de pasajeros, pero presumiblemente tranquilo, que es lo más esencial.
Por cierto, el nombre de Mejillones no tiene que ver con el nuestro. Aquí los mejillones son como nuestras vieiras y a nuestros mejillones, aquí les llaman choritos que, y aunque haya mejillones, no han sido los que han formado la toponimia del sitio.
Varias personas entradas en años, me han confirmado que hasta hace solo 8 o 10 años, durante los meses de verano, es decir desde primeros de noviembre hasta fines de febrero, en toda esta zona, la mayoría de las familias se iban a cenar y tomar baños a la playa, cosa que, con el clima actual, haría falta bastante atrevimiento. Es otra confirmación, oída en tantas otras partes, del más que posible cambio de clima.
Toda la ruta costera hacia Antofagasta se hace a través del desierto de Atacama pero lo bueno es que la temperatura es muy buena y una brisa marina continua y refrescante. La ruta excelente e incluso una vez salido de Mejillones, 30 km antes de Antofagasta, hay una muy buena autovía que además tiene un área de descanso bien cuidada y con magníficos servicios, incluyendo duchas con agua caliente. Una sorpresa muy positiva.
A 15 km antes de llegar a Antofagasta, o “Antofa”, como casi todos llaman, está el Monumento Natural La Portada. Es un arco formada por la erosión del mar y el viento y para visitarlo solo hay que desviarse 3 km de la general. Un poco antes, sobre la misma carretera N 1, hay un monumento para señalar la situación del trópico de Capricornio.
La ciudad tiene un bonito y muy largo paseo paralelo al mar. Hay que visitar el muelle salitrero, ya en desuso y el mercado del pescado con una buena oferta de comidas. Cerca de allí, la plaza de Colón muy floreada y a al frente, una catedral moderna.
Antofagasta, es según el FMI, la región más rica de Chile, más del doble de PIB que Santiago y donde un café te puede costar 4.000 pesos, o 5 Euros. Espectacular desarrollo de la minería, cobre, litio y salitre y un importante puerto, configuran la pujante economía de la región.
Su conjunto resulta muy agradable para visitar. Las dos pernoctas las hice en un tremendo parking, entre el Jumbo y el Estadio Regional. Grandes focos, cámaras de vídeo y los vigilantes del estadio, hacen que uno se sienta muy tranquilo.
Antes de abandonar el entorno de la ciudad, hay que llenar el depósito porque la próxima gasolinera está en Taltal, a solo 230 km. La pregunta sería ¿cómo puede ser, que durante un tramo tan largo, no haya más estaciones de servicio? La respuesta es porque es un puro desierto, con escasísimo tráfico.
Camino del sur, a solo 75 km de Antofagasta, está esculpida la Mano del Desierto. Vale la pena una paradita en el medio de la nada. La escultura tiene una altura de 11 metros.
Saludos
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