Yo lo sufrí hace 13 años en Perpignan (Aire de Service du Village Catalan). Éramos dos adultos y un niño de 10 años. Rompieron una cerradura que era muy débil y tomaron sólo billetes de las tres riñoneras que habíamos dejado en un asiento junto a la puerta. Creo que ni pusieron un pie dentro. Eso sí, nos pudieron observar bien cuando nos paseamos por los servicios y cafetería con nuestras riñoneras y nos vieron comprar cerveza para cenar.
No les hizo falta gas. Para qué, bastaba con los kilómetros en el cuerpo desde no recuerdo qué destino nórdico, la
confianza que te da estar casi en casa (falsa pues Perpignan era, y creo que sigue siendo, la boca del lobo) y las cervezas kronenbourg que nos metimos los adultos antes de ir a la cama.
Ah, y el despertar sin nada de resaca o malestar por el supuesto gas.
Lo peor fue perder tres horas para poner la denuncia en la gendarmería por el robo de 200€.