
Iniciado por
ION LUZEA
Cada uno hemos buscado una manera de viajar. La mayoría con parejas o familia. Yo descubrí la maravilla de la soledad, no era prevista pero no encontré a nadie que me acompañase al Mont Blanc. Siempre se dice que cuando falta un sentido, se potencian los demás. Cuando no se habla es como si el sentido de la vista fuera más vigoroso, incluso el olfato o el tacto se fortalecen. Sentir el perfume del campo, del mar, el musgo de los ríos, las piedras de los pueblos y el tacto del viento en la piel.
Pero el sentido de la vista, esas imágenes, esos panoramas de parajes naturales, rurales o incluso urbanos es el que prima, siendo los demás el complemento que acompaña a la visión. Por ello me gusta tanto la fotografía, elemento indispensable en mis viajes, una forma de contemplar el detalle, resumir el paisaje en una postal, capturarlo, coleccionarlo y hacerlo mío.
Todo viene de mi niñez, no viajábamos la familia, no teníamos “pueblo” al que ir de vacaciones. El tren a la playa y los montes que rodean Bilbao, eso era todo. Con 7 años mi padre trajo a casa un calendario-dietario, de esos que una página es una fotografía y la siguiente la de las anotaciones. Eran 365 fotografías de lugares, montañas, valles, ríos, playas, pueblos, ciudades…y aquellas imágenes fueron mi descubrimiento del mundo, mi sueño. Pasaba páginas y pensaba, algún día estaré ahí. 25 años empecé a descubrir aquello que admiraba con 7 años.
Pero no todo es soledad, también me gusta salir de rutas con el grupo del club de montaña. He recorrido 130 tresmiles del pirineo, grandes cimas de los Alpes, macizos españoles. Parajes en cualquier época del año y en rutas, que, saliendo de las cimas más populares, se convierten en una gran aventura en solitario. Hay mucho escrito, ahora publicaciones en track de gps, pero hubo una época que se descubrían a base de mapa, brújula y altímetro. Rutas tan inhóspitas en las que llegué a encontrar los restos de un soldado republicano en la cara norte del Perdido. Era el primero que pasaba por ahí después de tantos años. Hoy también disfruto siguiendo los pasos de las rutas descubiertas por otros, hablando y comentando el paisaje. Aunque eso reduzca esa percepción interior que da la soledad. Y esa será mi próxima esperanza. La jubilación. Si por ese aspecto introspectivo de mi vida me encanta el viajar solo, también soy una persona extrovertida y disfruto de la conversación del grupo de montaña, pero mis vacaciones, aun siendo amplias siguen siendo limitadas y las dedico a viajar en autocaravana.
El club de montaña hace viajes a lugares a los que no llegaría en autocaravana y en fechas en las que no viajaría en autocaravana, en agosto. Con más tiempo libre combinaría largos viajes en autocaravana con rutas activas con el club de montaña…y acostumbrarme a largos periodos de socialización, mas allá de un día o fin de semana.
Hay otra ilusión en mi vida, la de algunas de esas fotos de los 7 años, el viaje a lejanos destinos con agencia de viaje, una poco turística, más natural y si me adapto a la compañía de desconocidos. El primero de ellos sería Egipto.
Ese será el futuro, largos viajes en autocaravana yo solo y sin depender de vacaciones establecidas. Agostos con el club de montaña en rutas activas. Y descubrimientos de lugares lejanos.
Aunque las últimas previsiones del cambio climático lo adelantan, lo agravan y para 10 años dicen llegara la crisis de la humanidad…y quizás me tenga que consolar con las montañas que rodean mi pueblo, que también son preciosas. Y las imágenes de aquel calendario seguirán tan nítidas como en mi niñez.